Siempre me gustó hacer ejercicio: Jugar fútbol, voleibol, básquet, cualquier actividad muscular era buena en las tardes cálidas de mi ciudad o en los terrenos diminutos de mi colegio. Poco a poco a medida que fui creciendo, estas actividades pasaron de ser primarias a secundarias. Los bailes en las noches arrebatadas de mi Cali, fueron borrando los sueños del niño futbolista y deportista que habían existido.
Sin embargo el gusto por salir a correr jamás se borró. Trotar exprimía energías de mi ser que si se quedaban dentro lo mas seguro era que terminaran siendo utilizadas en otros menesteres.
Correr era el momento de sentir que podía hacer cosas que otros no podían. Jamás perdí una corrida colegial, y ya de adolescente y a pesar de las largas noches, el trotar era una costumbre diaria.
Hoy, dedicado a la vida familiar donde los días libres los paso al lado de mis tres grandes tesoros y donde las noches largas se convirtieron en utopías del sueño. Sigo teniendo el mismo “vicio”: Salir a correr.
Ahora la tecnología me ayuda a saber lo que antes eran grandes interrogantes. ¿Cuántos Km. corrí? ¿A cuanta velocidad? ¿Cuántas calorías quemé? Etc.
Salgo en las noches o en la mañana, o en la tarde, pero siempre salgo. Y hace poco una nueva locura se me ha metido en la cabeza: Correr una maratón.
La distancia más larga que he corrido en mi vida, la hice a los 13 años, cuando participé en una maratón de 12 Km. Recuerdo que ese día mis padres me acompañaron todo el camino. Era una prueba entre colegios. Había unos 500 participantes, solo cuatro compañeros participaron en esa corrida… era un reto demasiado grande. Nos preparamos recorriendo la ciudad a punta de pierna, desafiando el tráfico y el calor tórrido de nuestra ciudad. Esa mañana estaba un poco nervioso y quizás por la falta de experiencia tomé jugo de naranja. Craso error que pagué en el último kilómetro de la carrera, la terminé pero llegué vomitando y deshidratado, la acidez del jugo ese, me hizo ver estrellas, me dio la famosa “pálida”.
Fue una grata experiencia, de todas maneras. No gané pero la terminé y fue lindo ver a la gente apoyándote todo el camino. Hoy, muchos años después voy a correr en una competencia oficial: La Maratón ING de Miami. 42 Km.195 metros o 26.2 millas. Como ustedes quieran. Distancia extrema a la cual me enfrentaré el domingo. Mi reto no es ganar obviamente, mi reto es terminar. Será una lucha contra mi mismo: El deseo de finalizar contra la distancia, contra el cansancio físico. Estoy preparado, llevo dos años en la misma rutina y estoy listo para el reto y aquí a través de este blog les contaré milla tras milla que se siente correr una maratón.
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