Terminó la maratón de clásicos en el futbol español, se jugaron cuatro en 18 días con un saldo, que podríamos calificar de paridad. Una victoria por bando, dos empates. El titulo de la copa del Rey para el Madrid y la clasificación a la final de la Champions League para el Barcelona. Después de toda la vorágine de declaraciones y situaciones que se vivieron alrededor de estos cuatro partidos hay varias conclusiones a las que podemos llegar y un gran perdedor en todo sentido.
Barcelona es en este momento el mejor equipo del mundo con un jugador que esta por encima del resto: Lionel Messi. Un conjunto de toque preciso, de presión continua a la salida del rival, de precisión en sus movimientos. Un equipo que brinda placer velo, que divierte y que convierte el fútbol en una poesía. Al verlo el Barca alegra, divierte y gana. Y así lo ha hecho durante toda la Liga donde a falta de cuatro jornadas y con ocho puntos de diferencia sobre el Real Madrid es prácticamente el campeón. Igualmente ha sido así en la Champions: futbol alegre, vistoso, de toque. De defenderse a partir de la posesión del balón, un futbol generoso, que vale la pena ver; que seguramente el espectador que paga 80 o 120 o 200 o más Euros; lo hace sin problemas pues sabe que va a disfrutar de los noventa o más minutos que dure un partido del conjunto azulgrana. Una manera de jugar que hace muchos años no se veía practicar de manera tan disciplinada en el planeta. Un futbol que no se queda simplemente en lo lírico sino que redondea sus actuaciones con resultados, es decir con títulos.
Este Barcelona goleó 5-0 al Madrid en noviembre pasado y partir de esa goleada mucho se especuló con lo que podría pasar con esta maratón de clásicos. En lo particular sabia que los equipos no llegaban igual que en ese noviembre. El Barcelona con una nomina muy reducida y herida por la aparición de muchas lesiones. Y un Madrid con una idea táctica mejor asimilada y una nomina amplia, recuperada y hasta reforzada con la llegada de Adebayor. Y eso se reflejaba en los resultados: Barcelona sin traicionar su estilo pero que tuvo momentos complicados para ir saliendo adelante. Y un Real Madrid que se convirtió en una maquina de hacer goles y lograr victorias. Por eso pensé que no iba ser tan fácil como lo pareció aquel 5-0. El título de la copa del Rey legitiman esta idea, el Madrid ganó aquel partido jugando muy bien el primer tiempo, apoyado en Casillas en el segundo y contragolpeando en el tiempo agregado. Bien por el Madrid, demostró que podía derrotar al mejor equipo del mundo. Ganó una copa que hace 17 años no ganaba: La Copa del Rey, un título que para un equipo que se ufana de haber ganado 9 Champions es menos que un premio de consolación.
Y es aquí donde encontramos al gran perdedor: El técnico del Real Madrid, el señor José Mourinho. La primera pregunta que se me viene a la mente es la más simple: ¿Qué tan señor? Un hombre que no sabe reconocer la inmensa superioridad de un rival. ¿Qué tan señor? Un hombre que valiéndose de una prensa maleable y de camiseta puesta como la de Madrid, atacó y vilipendió de la manera más baja a todo aquel que no estuvo de acuerdo con su verdad. Pues según sus análisis, sus declaraciones y su manera de expresarse. La verdad de él, de Mourinho, es la única sobre la faz de la tierra. Su egocentrismo no tiene límite.
Este hombre, que algún día se convirtió de traductor a técnico de fútbol y que en los últimos diez años ha ganado no se cuantos títulos en 4 países diferentes, no pudo descifrar ese fútbol notable que practican los hombres de Pep Guardiola. Y como no pudo descifrarlo, se dedico a empañarlo refiriéndose a los árbitros, a los descansos, a la UEFA, a los títulos ganados con anterioridad por el Barca. Mourinho no supo perder quiso ganar los partidos desequilibrando en las ruedas de prensa con acusaciones infundadas y despectivas que han generado un “odio” mundial hacia él y hacia el Real Madrid. Quiso ganar de una manera baja y sin importar lo que pudiese generar. Las peleas, los lloriqueos y los reclamos dentro del terreno de juego de ambos conjuntos, fueron producto de lo que generó el portugués al frente de los micrófonos. Hay que leer la prensa madrileña para aprender lo que un periodista jamás puede hacer.
Por todo esto y mucho más el gran perdedor se llama José Mourinho, un traductor egocéntrico que ensució el futbol con “su verdad”. Un hombre que le ha hecho un daño enorme a un gran equipo como el Real Madrid. Un actorzuelo de quinta que por su enfermedad, el egocentrismo, le quito el señorío a la competencia, la convirtió en pelea de barrio bajo y que para colmo contagió a directivos, hinchada, prensa y jugadores con la peor de las actitudes: La del perdedor que no sabe perder y aceptar que su rival es mejor.
Veremos que sucede al final de la temporada, veremos si esta el equipo blanco tan secuestrado por los conceptos de este traductor, que lo dejan seguir como técnico. Por ahora el Madrid en su primera temporada con Mourinho al frente fracasó, pues vuelvo y repito el titulo de la Copa del Rey, para el Real Madrid, es menos que un premio de consolación.
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