Estadio
completamente abarrotado, y el nerviosismo y la fe del hincha santafereño
contrastaba con los muy pocos hinchas del Deportivo Pasto, que sin presión
disfrutaban de una fecha especial. Ellos no llevaban una cruz de 37 años encima.
El campín estaba lleno de cuatro generaciones que representaban a la mitad de
una ciudad y quizás a miles en el país que han seguido a Santa Fe en las buenas
y en las malas. Porque ser hincha de un equipo de fútbol como el expreso rojo ha
significado sufrir y sufrir.
Treinta
y siete años de sufrimiento, de luchas, de burlas que hoy por fin quedaron atrás:
Corría el minuto 75 de un partido apretado en el que sobraban ganas y lucha
pero faltaba claridad y oportunidades. Santa Fe apostaba por levantar la pelota
al área pastusa y justamente eso decidió hacer Omar Pérez al cobrar una falta
en tres cuartos de cancha. De frente a la portería de Cuadrado, mandó la pelota
que fue ganando altura y que comenzó a aterrizar en el área pequeña del equipo
volcánico. Los defensivos pastusos se quedaron sembrados, como árboles, como si
la altura les pesara en sus hombros. Quizás los que les pesó fue la
responsabilidad. Y Jonathan Copete pegó el salto de su vida, alcanzó a mirar
por arriba de la tribuna y con una frialdad de crack, cabeceó al palo de la
mano izquierda del arquero Cuadrado. Lejos, muy lejos de la posible reacción
del arquero Pastuso. Golazo y a celebrar. Cuentan que el grito de gol se oyó
hasta en Monserrate, es que eran cuatro generaciones anhelantes las que
gritaron.
De
ahí en adelante la reacción de Pasto fue mínima, tuvo una oportunidad en los
pies de Mina pero este se lo perdió increíblemente. Santa Fe fue inteligente
pues en vez de retroceder siguió atacando al Pasto y tuvo la oportunidad de
aumentar en varias ocasiones.
La
tensión en la tribuna era enloquecedora y solo hasta que Wilmar Roldan pidió la
pelota esa tensión, esa ansiedad se convirtieron en un festejo inolvidable:
Santa Fe campeón del futbol colombiano. La cruz de 37 años se borró entre las
lágrimas de felicidad de una afición que pasó cuatro generaciones sin ver a su
expreso rojo campeón.
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